XAVIER BATALLA
Revista DOMINGO 16 DE NOVIEMBRE 2003
Vladimir Putin heredó de Boris Eltsin una economía de libre mercado muy particular, controlada por muy pocas manos. En 1992, un año después de la desaparición de la Unión Soviética, comenzó un truculento proceso de privatizaciones en el que más de 140.000 empresas dejaron de ser estatales. La codicia, la recompensa política y las buenas relaciones con la familia de Eltsin marcaron este proceso. Era una experiencia nueva. Los soviéticos pasaron del feudalismo con aderezos capitalistas a la economía planificada; es decir, del huevo hicieron una tortilla. Con Eltsin, los rusos pasaron de la economía planificada al capitalismo; es decir, quisieron hacer de la tortilla un huevo, algo nunca visto. Pero Anatoli Chubais, viceprimer ministro, hizo posible el milagro, que fue vendido como una distribución equitativa de la riqueza estatal.El Gobierno distribuyó entre los ciudadanos unos bonos, pero éstos cayeron en fondos que desaparecieron.
Después, entre 1995 y 1996, se subastó la mayoría de las empresas petroleras, la base de la economía rusa, que fueron prácticamente regaladas a los empresarios convertidos en el sector de los negocios del poder político. Y Eltsin, apoyado por los oligarcas, fue reelegido.
Cuando Putin sucedió a Eltsin la economía rusa estaba controlada por media docena de empresarios, a los que el nuevo presidente les ofreció un pacto: podrían seguir disfrutando de su poder económico, pero deberían renunciar al poder político.
Durante tres años este compromiso funcionó, con dos grandes excepciones: Vladimir Gusinsky y Boris Berezovsky, miembros del clan de los Eltsin cuya ambición política les terminó obligando a poner pies en polvorosa. El resto de los oligarcas, empezando por Mijail Jodorkovsky, primer accionista de Yukos, la mayor empresa petrolera de Rusia, multiplicó su fortuna.
Todo cambió a mediados del 2003, cuando comenzó a circular que Jodorkovsky pretendía hacer carrera política. El oligarca de oligarcas admitió que financiaba a dos partidos políticos reformistas, la Unión de Fuerzas de Derecha (liberal) y Yabloko (socialdemócrata), y que otros accionistas de Yukos apoyaban a los comunistas, el primer partido del país. El pasado 25 de octubre Jodorkovsky fue detenido y encerrado en la cárcel de Matrosskaia Tishina, donde días después renunció a la presidencia de Yukos, que pasó a Simon Kukes, un ruso cuyo pasaporte estadounidense le sirve de salvoconducto.
El caso de Yukos ha provocado la alarma en medios occidentales. Las inversiones extranjeras en el sector petrolero ruso son tan antiguas como los mismos yacimientos. El primer proyecto de la compañía Shell en Rusia se remonta a finales del siglo XIX. Pero los intereses occidentales se han multiplicado desde que se consumó el proceso de privatización. Tres empresas (Bristish Petroleum, Royal Dutch/Shell y Exxon Mobil) tienen previsto invertir más de 20.000 millones de dólares, bien en proyectos, bien en la compra de acciones de empresas rusas. Cuando Jodorkovsky fue detenido estaba ultimando, para protegerse de Putin, la venta de una parte de Yukos a Exxon Mobil y Chevron Texaco. “La forma en que este caso (Yukos) ha sido tratado genera preocupación sobre el Estado de derecho en Rusia”, afirmó la semana pasada Scott McClellan, portavoz de la Casa Blanca.
¿Qué pretende Putin? ¿Fortalecer el Estado, como dicen los ex miembros del KGB que le apoyan, con unas reglas del juego transparentes que eviten el control de la economía rusa por barones feudales? ¿O se trata de un arrebato de los autócratas del Kremlin, como denuncian medios occidentales, para sustituir a los oligarcas de Eltsin por otros más dóciles? Andrew Weiss, director del departamento de Rusia, Ucrania y Euroasia en el Consejo de Seguridad Nacional estadounidense entre 1998 y 2001, mantiene que la prensa occidental se equivoca cuando afirma que la crisis de Yukos ha sido provocada por las ambiciones políticas de Mijail Jodorkovsky. Para Weiss, hoy analista de AIG Trading, se trata de “una lucha por el poder en el que está en juego el traspaso de la propiedad privada a la facción instalada en el Kremlin y conocida como “siloviki”, nombre que designa al grupo formado por miembros del KGB (la antigua policía política), militares y policías que no se aprovecharon de las privatizaciones de los años noventa”. En la siguiente relación no están todos los oligarcas de Rusia, el tercer país del mundo con más multimillonarios, pero son todos los que están.
Roman Abramovich
Un galáctico. Es gobernador de la remota región de Chukotka, fundador de la empresa petrolera Sibneft y dueño del Chelsea, club de fútbol londinense. Comenzó a ganarse la vida como vendedor de petróleo en Omsk, a principios de los años noventa, cuando conoció a Boris Berezovsky, que le abrió las puertas del círculo íntimo de Boris Eltsin, a quien convenció para que le dejara fundar Sibneft. En julio del 2003 adquirió el Chelsea por unos 225 millones de euros e invirtió otros 160 millones de euros en la contratación de diversos jugadores. Tiene 36 años y se le calcula una fortuna de 5.700 millones de dólares. Ha perdido Sibneft y sus intereses en el aluminio. Reside en Londres y controla Planeta Management, empresa agrícola rusa valorada en 1.000 millones de dólares.
Vagit Alekperov
Un acomodadizo. Es propietario de la compañía petrolera Lukoil, la segunda de Rusia. Nacido en 1950, en Bakú, se graduó en 1974 en el Instituto de Petróleo y Química de Azerbaiján. En 1984 fue nombrado director de Kogalymneftgaz, empresa que encabezó hasta 1990, cuando se convirtió en primer viceministro de Energía y, posteriormente, ministro interino. Este cargo le situó en una posición de privilegio al iniciarse la privatización. En 1991 asumió la presidencia de Lukoil, desde la que controla el Imperial Bank y diversas cadenas de televisión. Fue acusado de fraude fiscal, pero ha pactado y sigue con sus negocios. Tiene una fortuna de 1.300 millones de dólares.
Boris Berezovsky
Cabeza de la mafia rusa, según le definió una vez la revista “Forbes”. Fue el oligarca máximo en tiempos de Eltsin y propietario de la cadena de televisión ORT. Nacido en 1946, hizo su primer rublo con la fundación de Logovaz, concesionaria de AvtoVAZ, fabricante de los automóviles Lada. La manera con la que hizo dinero es fácil de explicar: compraba a AvtoVAZ los Lada con un gran descuento y después, cuando escaseaban, los revendía. Por este tipo de transacción le persigue la justicia rusa. Fundó un grupo financiero, AVVA, con el concurso de Alexander Voloshin, mano derecha de Eltsin y después de Putin, y controló la petrolera Sibneft junto con Abramovich. Empleó todos sus recursos –la compañía aérea Aeroflot, diarios y la cadena de televisión ORT–
para hacer presidente a Putin. La tranquilidad, sin embargo, duró poco.
El gobierno le acusó de financiar a las organizaciones chechenas, y Berezovsky denunció la complicidad gubernamental en los atentados de 1999 en Moscú que allanaron el camino hacia la guerra en Chechenia y la elección de Putin como presidente.
Hace dos meses, Gran Bretaña le concedió asilo político. Ha perdido el control de las cadenas de televisión ORT y TV-6. Su fortuna ascendería a unos 3.000 millones de dólares.
Vladimir Bogdanov
Un especialista. Es el presidente de lapetrolera Surgutneftegaz. Nacido en1951, en la región siberiana deTyumen, se especializó en laexplotación petrolera en su juventud. Después de graduarse en 1973, trabajó como técnico en los yacimientos de Nizhnevartovsk, Neftayugansk y Surgut. Posteriormente fue nombrado subdirector y, a continuación, director general de Surgut, cargo que mantuvo una vez concluido el proceso de privatización.
A diferencia de Lukoil, Surgutneftegaz comenzó como especialista en la producción. No fue hasta 1994 que extendió sus actividades al refinado y la explotación de estaciones gasolineras. “Forbes” le calcula una fortuna de 1.100 millones de dólares.
Anatoli Chubais
El cerebro. Es el más modesto, en cuanto a fortuna personal, de los oligarcas, pero fue quien diseñó el proceso de privatización. Llegó al mundo empresarial después de un largo rodeo como académico y político. Nacido en Leningrado en 1955 y graduado en Economía, entró en política al alistarse en las filas reformistas de Anatoly Sobchak, alcalde de Leningrado (hoy, San Petersburgo). Después, cuando Igor Gaidar fue encargado por Eltsin de la redacción de la reforma, Chubais pasó a ser el presidente del Comité del Estado para la Privatización. Su estrella política conoció grandes altibajos entre 1992 y 1998, año en que fue relevado y pasó a ocupar la presidencia de Sistemas Unificados de Energía, el monopolio eléctrico. En diciembre de 1995 Eltsin le destituyó como viceprimer ministro. Después de dimitir como jefe de gabinete de Putin en protesta por la detención de
Jodorkovsky, Alexander Voloshin, la antigua mano derecha de Eltsin, ha sido invitado por Chubais a aceptar la presidencia del monopolio eléctrico
Oleg Deripaska
Un escalador nato. Es miembro de la “Familia”, sobrenombre con el que se conoce al clan de los Eltsin, y propietario RusAI, primer productor ruso de acero. Está casado con la hija de quien fue el principal asesor de Eltsin, Valentin Yumashev, y se le relaciona con el grupo financiero NIKoil, que también trabajaba con Abramovich. Nacido en 1969, “Forbes” le atribuye una fortuna de 1.500 millones de dólares.
Mijail Fridman
Un todoterreno. Fundó, junto con PeterAven, Alfa Group Consortium, compañía que hoy sigue controlando Alfa Bank, Alfa Capital, Tyumen Oil, diversas empresas de la construcción (cemento, madera y vidrio) y una cadena de supermercados. Los dos socios son también propietarios de plantas procesadoras de té y azucar. Fridman, nacido en 1964, se graduó en el Instituto de Acero de Moscú y trabajó como ingeniero en Electrostal entre 1986 y 1989. Esta experiencia le permitió adelantarse a sus competidores cuando Mijail Gorbachev, último líder de la Unión Soviética, legalizó en 1987 las cooperativas. Entonces fundó Alpha photo y después AlfaKapital, precursora de Alpha Group Consortium. En febrero del 2003 vendió el 50% de la petrolera Tyumen –adquirida en una subasta por 1.000 millones de dólares en 1996– a British Petroleum por 7.000 millones. Tiene un confortable colchón de unos 4.300 millones de dólares.
Vladimir Gusinsky
Un artista. Fundador de Most Group y enemigo de Putin, es posiblemente el más poliédrico de todos los oligarcas rusos. Antes de hacerse de oro, estudió en el Institute Gubkin de Petroquímica, fue productor de teatro, sirvió dos años en el ejército y trabajó como taxista. En 1988, Gusinsky, nacido en 1952, fundó Most Group, una empresa consultora, que inmediatamente comenzó a diversificar riesgos. Su primer campo de operaciones fue la construcción y la renovación de apartamentos para ciudadanos extranjeros, lo que le permitió acceder al vicealcalde de Moscú encargado de la construcción, Yuri Luzhkov, posteriormente alcalde de la capital. Luzhkov fue un padre para Gusinsky. No sólo le dio trabajo, sino que depositó los fondos municipales en Most Bank, un banco afiliado a Most Group que hizo su agosto con la especulación en divisas extranjeras. En 1994 Most Bank era considerada una de las primeras instituciones financieras del país. Ha perdido el control de las cadenas de radio y televisión ECHO y NTV. En 2000 fue acusado de blanquear dinero. Ahora reside en Suiza.
Mijail Jodorkovsky
El empresario más rico de Rusia (8.000 millones de dólares). Es la excepción que confirma la regla: mientras el resto de los oligarcas surgió de su oposición al sistema soviético, Jodorkovsky fue un modelo comunista, aunque desde el principio ya le tiraban los dineros. A los 21 años fue el encargado de recaudar las cuotas del Komsomol, la Liga de la Juventud Comunista, según David E. Hoffman, autor de “Los oligarcas” (Mondadori, 2003). Nacido en 1963, en 1990 fundó Menatep, centro industrial muy activo en la adquisición de empresas estatales. Y en 1992, Menatep, que actuaba como un banco, creó Rosprom, consorcio destinado a controlar una cartera de empresas industriales. Menatep dirigió los negocios metalúrgicos y papeleros, mientras que una cuarentena de consorcios industriales fueron divididos en seis divisiones: química, construcción, textil, supermercados, minería y petróleo. De estos consorcios el más importante es Yukos, la primera compañía petrolera rusa y, desde principios del 2003, propietaria de Sibneft. Jodorkovsky, a cambio de su apoyo a la reelección de Eltsin, adquirió Yukos en una subasta realizada en 1995. Pagó 309 millones de dólares, según “The New York Times”. El valor de Yukos, después de engullir a Sibneft, se calcula en unos 45.000 millones de dólares. Jodorkovsky, primer accionista de Yukos, fue detenido en el pasado 25 de octubre acusado de siete delitos, entre ellos el de estafa en gran escala y evasión de impuestos. El 3 de noviembre siguiente, en la cárcel de Matrosskaya Tishina, dimitió como presidente de la compañía.
Alexei Mordachov
Un políglota. Es propietario de Severstal, gigante de la industria del acero, y la décima fortuna de Rusia (1.200 millones de dólares), según la revista “Forbes”. Empezó su carrera como dependiente, pero despuésquemó etapas. Habla alemán, gracias a su estancia en Austria, a donde fue enviado por el régimen soviético para especializarse en contabilidad, y obtuvo un máster en administración de empresas en la Universidad de Northumbria (Gran Bretaña), lo que también le permite hablar un inglés fluido. Nacido en Cherepovets, sede de Severstal, Mordachov regresó del extranjero para ser el primer ejecutivo de la empresa, que pasó a controlar una vez privatizada. Tiene 38 años.
Leonid Nevzlin
Un escurridizo. Es accionista de Yukos y antiguo presidente del Congreso Judío de Rusia. Posee una fortuna de 1.100 millones de dólares, pero es uno de los empresarios que ha tenido que poner pies en polvorosa. Hace dos meses huyó a Jerusalén, donde ha obtenido la nacionalidad israelí. Antes de huir, y como poseedor del 5% de las acciones de Yukos, recibió un dividendo de 500 millones de dólares. Tiene 41 años.
Vladimir Potanin
El rey del níquel. Es propietario de Interros, primer imperio industrial ruso, y sensible a las presiones de Putin. A Potanin, fundador de Onexinbank, se le calcula una fortuna en 1.800 millones de dólares. Nacido en 1951, Potanin estudió en el Instituto de Relaciones Internacionales de Moscú, una escuela de elite destinada a aquellos que deberían trabajar en el Ministerio soviético de Asuntos Exteriores, en el Ministerio de Comercio Exterior o en el KGB, los servicios secretos. Estos hilos le
sirvieron a Potanin para utilizar los fondos del Vneshekonombank –el Banco de Comercio Exterior– y fundar en 1993 Oneximbank, del que pasó a ser el presidente. Entre agosto de 1996 y marzo de 1997 fue primer viceprimer ministro, cargo que se vio obligado a abandonar ante la confusión entre sus cargos públicos y sus intereses privados. Interros posee una veintena de empresas estatales
privatizadas, entre ellas Norilsk, el primer productor mundial de níquel y paladio; Svyazinvest, compañía de telecomunicaciones, y diversas empresas metalúrgicas. Potanin también es propietario de un buen puñado de diarios, entre otros “Izvestia”, “Komsomolskaya Pravda” y la revista “Expert”. Pretende invertir 190 millones de euros en la construcción del nuevo estadio del Arsenal, club de fútbol londinense, a cambio de acciones. Un lunar: perdió el control de la petrolera Sidanco en beneficio de Fridman. Pero se ha acomodado a las nuevas reglas del juego que quiere imponer Putin.
Alexander Smolensky
Un empresario con recursos. Comenzó a familiarizarse con el capitalismo en el mercado negro soviético. No sólo abrió una lechería sin permiso alguno, sino que editó biblias utilizando las instalaciones y tinta del Estado, por lo que fue detenido por el KGB en 1981 y condenado a dos años de trabajos forzados, aunque sólo cumplió uno.
Cuando Gorbachev autorizó las cooperativas privadas, en 1987, fue de los primeros en apuntarse: fundó una empresa de construcción que pronto se convirtió en un suministrador para los comerciantes emergentes de Moscú. Nacido en 1954, Smolensky aprendió rápido y creó Stolichny Bank, una de las mayores instituciones financieras del país, después rebautizada SBS/AGRO. A través de este banco, controla las publicaciones “Kommersant” y “Novaya Gazeta”, posee acciones de l compañía petrolera Sibneft, adquirida por Yukos, y de la cadena de televisión ORT.
Rem Viakhirev
Es el único de los oligarcas nacido antes de la Segunda Guerra Mundial. Tal vez sea por eso, más por viejo que por diablo, que conocía como pocos los entresijos del sistema soviético, especialmente en lo que se refiere a Gazprom, la gigantesca empresa estatal que controla los yacimientos (los más importantes del mundo) de gas natural. Nacido en 1934, creció con la industria del gas. En 1986 fue nombrado viceministro del ramo, cuando el titular era Viktor Chernomyrdin, quien sería el responsable, siguiendo las reformas de Gorbachev, de que el gas cotizara en bolsa. La actual Gazprom se creó en febrero de 1993, con Viakhirev en la presidencia. Ahora, el Estado controla el 38,3%; los inversores extranjeros, el 11,5%; Strotransgaz, el 5,84%, y ciudadanos rusos, el 44,2%. Viakhirev abandonó la presidencia, pero no tiene problemas económicos.
Vladimir Vinogradov
Banquero venido a menos. En 1997 Vinogradov era vicepresidente de la Asociación de Banqueros de Rusia, pero ahora no pertenece al núcleo duro de los grandes bancos. Inkombank, institución de su propiedad, fue criticada por el Banco Central de Rusia en 1996 por considerar que sus reservas eran inadecuadas; días después del aviso el banco perdió unos 39 millones de dólares. Inkombank, fundado en 1988, controla una maraña de industrias metalúrgicas, entre otras Sameko y Magnitagorsk, y también madereras.
Artículo completo: LVG20031116-Petróleo, oligarcas y autócratas-y 2