Los turcos temen ser la cabeza de turco de la crisis europea. Después de los noes de Francia y Holanda al tratado constitucional, los dirigentes comunitarios no han despejado la incógnita de si la negociación para el ingreso turco se iniciará, como se aprobó el pasado diciembre, el próximo 3 de octubre. Pero pintan bastos. José Manuel Barroso, presidente de la Comisión Europea, ha afirmado que las negociaciones no desembocarán necesariamente en el ingreso de Turquía.
El pasado 14 de junio, los embajadores comunitarios en Ankara le dieron la cena al primer ministro Recep Tayyip Erdogan. “Los ciudadanos europeos serán más críticos con las ampliaciones y esperan de los candidatos un total cumplimiento de las reglas (criterios de Copenhague)”, le dijo el embajador holandés, , a Erdogan, según fuentes turcas. La situación vuelve a estar caliente en el Kurdistán turco, por lo que los diplomáticos europeos condenaron durante la cena a los terroristas kurdos, pero también pidieron a Ankara que introduzca “una alternativa civil capaz de construir una estructura de paz en la región, ya que la opción militar no es una solución permanente”. Erdogan respondió reafirmando su apoyo a las operaciones militares. Y los comunitarios también expresaron su preocupación porque las instituciones turcas habrían dejado de ser lo activas que fueron antes de diciembre del 2004, cuando se puso fecha al inicio de las negociaciones, en el proceso de democratización.
Otro frente abierto es el armenio. En una resolución aprobada por unanimidad, el Parlamento alemán ha solicitado que Turquía investigue “la expulsión organizada y la destrucción de armenios” a principios del siglo >pasado, cuestión que también preocupa a Francia.
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